domingo, 26 de abril de 2015

Alt-J: Taro. La historia de Robert Capa


Alt-J es una de mis bandas favoritas actualmente. La conseguí, youtubeando. Ese fenómeno que ocurre cuando un link te lleva a otro y otro a otro y así hasta que terminas viendo vídeos de gatos o encontrando algo realmente bueno. En este caso, conocí a esta banda. No hablaré de su sonido, esas denominaciones y clasificaciones de géneros, interminables, me parecen un placer culposo de metaleros intelectuales y malintensos. Yo me concentro en lo que la música me hace sentir y esta canción tocó intuitivamente esa fibra mochilera que vive en mí, y sentí unas inmensas ganas de escapar y descubrir de forma palpable que hay un mundo afuera de este país miserable; tomar fotos hermosas para cuando el Alzeheimer me lleve y ya no recuerde nada.

Y la sensación fue acertada. La letra de esta canción trata de la historia de Robert Capa, seudónimo Endre Ernő Friedmann, quien fue un famoso corresponsal de guerra y uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX. Su obra consta de un legado de 70.000 negativos, lo cuales son testimonio visual extraordinario y fiel, reunido en tan sólo veintidós años de carrera (1932-1954). Fue pareja sentimental de la fotógrafa Gerda Taro y juntos fotografiaban con el pseudónimo "Robert Capa"; siendo difícil saber qué fotos son de cada uno. Cubrieron diferentes conflictos: la guerra civil española, la segunda guerra chino-japonesa, la segunda guerra mundial (en Londres, África del Norte, Italia, la Batalla de Normandía en la playa de Omaha y la liberación de París), la guerra árabe-israelí de 1948 y la primera guerra de Indochina. En París en 1947, fundó, junto con David "Chim" Seymour, Henri Cartier-Bresson, George Rodger y William Vandivert, la organización Magnum Photos, la primera agencia de cooperación para fotógrafos independientes de todo el planeta. Sus imágenes, además de documentar los acontecimientos más importantes del siglo XX, se han convertido en auténticos iconos de la lucha, de la resistencia y de la dignidad humana frente al sufrimiento.*

Taro, (como también solían llamarle a Robert Capa) además de ser una adaptación poética de su vida, también narra la historia de un valiente amor. La letra es parte de una muestra del trabajo de Capa, dedicado a captar la esencia del espíritu humano en la resistencia y la lucha, cada imagen retrata un momento valioso de nuestra historia que ha quedado plasmado en la cultura del mundo. Acá un brevísimo ejemplo: 

ESPAÑA, 1936, GUERRA CIVIL


ESPAÑA . Barcelona. Agosto de despedida 1936. Justo antes de la salida de un tren militar dirigido al frente de Aragón.


ESPAÑA. Andalucía. 05 de septiembre de 1936. Cerro Muriano, Córdoba, frente. Los civiles que huyen.

CHINA, 1938, GUERRA SINO-JAPONESA



CHINA. Hubei. Hankou. 05 de julio de 1938. Los asesores militares alemanes contratados por Chiang Kai- shek de salir de China. Desde la invasión de China, los japoneses habían estado presionando a Alemania para obligar a éstos se retiraran.


CHINA. Cerca de Cantón. Los agricultores chinos que componían la milicia local estaban armados principalmente con espadas y lanzas. Julio / agosto 1938.


CHINA. Cantón. Julio / agosto 1938. voluntarios de defensa civil asisten a los heridos tras un ataque aéreo japonés.

FRANCIA, 1944, INVASIÓN A NORMANDÍA



FRANCIA. Normandía. 06 de junio de 1944. Las tropas estadounidenses asaltan Omaha Beach durante los desembarcos del Día-D.


FRANCIA. Normandía. Junio de 1944. Las tropas de Estados Unidos llegan a la costa de Omaha Beach, después de los desembarcos del Día-D.


FRANCIA . Normandía. Junio de 1944. Los pescadores franceses miran los cadáveres de soldados estadounidenses muertos en la playa de Omaha.

(Imágenes extraídas de: Magnum Photos)

El primer estribillo de esta canción, narra la muerte de Robert Capa, en Indochina, 1954:

"Indochina, Capa salta del jeep,
dos pies se arrastran por la carretera, 
para la fotografía, para grabar trozos de carne y de guerra, 
ellos avanzan como pueden, 
flash muy blanco amarillento.

Un movimiento violento desató el desastre
luz desgarradora, 
destrozos cortan como a trapos, 
una explosión tan fuerte que finalmente Capa cae, 
la mina es un pozo acuoso, 
sin dolor, con una inmensa distancia..."

Esta canción es un homenaje a la obra de Capa, retrato de la pasión y compromiso de quien plasmó en cada fotografía la realidad de aquellas guerras, arriesgándose hasta su último instante, tan solo para dejarnos un registro fiel de los hechos que cambiarían la historia de la humanidad para siempre.

*Fragmento extraído de: Wikipedia, Robert Capa

Agradecimientos a Rafael Divoz por la traducción de la letra y el vídeo explicativo que me permitió escribir y comprender todo esto :) 

lunes, 2 de febrero de 2015

La extraña y agradable visita de una agradable extraña


Llegué tarde, como de costumbre.

Todos los martes es lo mismo. Yo no entiendo por qué demonios: “Martes no te cases, no te embarques, ni de tu casa te apartes”. Siempre me ha parecido una estupidez ese dicho, pero parece tener algo de cierto porque todos los benditos martes es lo mismo. Cuando entré al salón, sentada al lado de la profesora, estaba una muchacha muy concentrada hablando de algo y todos la escuchaban. Seguí a la manada. Me senté a escuchar. No recuerdo ni media palabra de lo que decían, tengo una memoria de mierda. Pero la muchacha dijo que nos leería algo inédito de su nueva producción. “Ah, pero es escritora… eso lo explica” pensé. 

Leyó algo de las camioneticas, una competencia extraña entre El Gran Poder de Dios y otra unidad colectiva. Pepe, Chucho, no recuerdo el nombre de los personajes que peleaban por el amor de Yuleisy. A todos les gustó. A mí no. Bueno, a mí sí. Es decir, me explico… La narración era genial, impecable, de esas que te atrapan hasta final, pero personalmente odio el tema de lo urbano. Lo detesto, en serio, porque detesto el concreto, el asfalto y odio salir a la calle y tener que ver gente todos los días. Quisiera vivir en una montaña. Odio montarme en una camioneta, odio pelear por el maldito ticket, odio mi carnet vencido. Y esa historia estaba hecha con una de esas narraciones súper brutales que te hacen sentir dentro del relato mismo, y de repente el salón entero se convirtió en una maldita camioneta a toda velocidad que llevaba un reggaetón sonando con los bajos vibra culos, el colector arrimándome hasta el infinito y donde no me querían recibir mi ticket. “No vale, qué estrés” pensé.

“¿Alguna pregunta? Pregunten, pregunten porque como podrán notar yo hablo mucho”… (Risas) ¿Cómo no reírse? Esa chama era más carisma que gente. Todos preguntaron cosas. De repente una pregunta llevó a la otra y la otra a la otra y de pronto estaba hablándonos de Massiani. Con lo mucho que yo amo, adoro y me caso con Massiani. Resulta que el libro que fue un descubrimiento para ella y al mismo tiempo un llamado al mundo de la literatura, lo había sido también para ella: Piedra de Mar, casi a la misma edad. Teníamos otra cosa en común además de anteojos enormes.

“¿Alguna pregunta? ¿Alguien más? No todos a la vez” (Risas). Yo tenía una pregunta, pero pensé que sería muy chocante hacerla: “¿Cómo te llamas?” o “¿Quién eres tú?” o “¿Cuál es tu nombre?”, todas sonaban tan mal. Estuve a punto de cagarla, pero me contuve porque pensé que la profesora me iba a lanzar un zapato si preguntaba eso. Llegué tan tarde, desorientada como siempre, no sabía quién era ella, ni quién era yo y necesitaba saber. Y fue un completo misterio hasta que nos dio su correo. Se trataba de Tannia Maruja García, escritora venezolana, un nombre llevaba rato sonando en mi cabeza por algo del XI Encuentro Internacional de Poesía UC, algo de la FILUC, algo de Zona Tórrida, algo de un taller.

Terminó la clase y todos quedaron sonrientes, satisfechos y con esa cara de: “Wow, qué fino es todo, yo también quiero escribir”. Quedaba esa sensación agradable en el ambiente, fue una clase bastante amena, ella se convirtió en el rostro y el porte de la literatura contemporánea, fresca, digerible, chévere, divertida y juro que todos salieron de ahí con planes de leer a Massiani, de leérsela a ella y de leer cualquier cosa, porque esa clase en sí misma fue la manera más efectiva de divulgar la literatura que he visto, de hacerla más cercana, más agradable.

Yo me fui. No le dije ni hola a Tannia Maruja, me dio pena… ¿Qué le iba a decir? “Holaaa, yo trato de      es cribir pero soy medio idiota y no termino de  terminar nada”, así mismo, con mi voz nasal y mi cara de gafa. No vale, qué pena.

Me fui. Seguí con mi vida de persona extraña que odia todo, depende del transporte público y vive en una playa mental.


FIN.