lunes, 29 de julio de 2013

Corrientes de vanguardia ¿Qué hay con eso?

Los aires de cambio del ultraísmo

["Escena de café", Rafael Barradas]

"Los que suscriben, jóvenes que comienzan a realizar su obra, y que, por eso, creen tener un valos pleno de afirmación, de acuerdo con la orientación señalada por Cansinos-Asséns en la revista Interviú que, en diciembre último, celebró con Javier Bóveda en El Parlamentario, necesitan declarar su voluntad de un arte nuevo que supla la última evolución literaria: el novecentrismo".
Jorge Luis Borges

Es algo usual que los tiempos vayan cambiando, cambios que escapan de las manos de cualquiera y que además afectan a todos a nuestro alrededor. No puedo evitar, cuando menciono esto, reflexionar acerca del miedo a los cambios que puede tener la gente, y no sé porque pienso en ese miedo y en mí propio miedo a que las cosas que conozco (o creo conocer sean siempre las mismas), qué genial entonces cuando en algún punto de esas cosas que me importan, encuentro un celaje de innovación y un llamado a este mismo cambio que muchos podrían no llegar a comprender. Leo clásicos de poesía del siglo de oro español y admiro la belleza, el trabajo del lenguaje, de las formas, pero si intento escribir usando las mismas técnicas, hablando de los mismos conceptos, ni siquiera me siento yo misma. Entonces es cuando veo que indiscutiblemente ya no es época de cantar al amor, a la muerte, a Dios, ni siquiera al hombre. Quizás debamos ser más impersonales, quizás debamos aprender a captar y transmitir ese misterio que se encuentra en la poesía de otra forma.

Analizando, justamente por este valor al cambio, definido más que todo dentro de las corrientes de vanguardia literaria, me encuentro con que el ultraísmo, me parece bastante interesante debido al afán de oposición que tuvieron los poetas ultraístas. Se conciben a sí mismos como un grupo de literatos rupturistas en relación con la poesía anterior, ya que el ultraísmo fue un movimiento literario de vanguardia que se definió fundamentalmente por su oposición al modernismo y a la Generación del 98 y se desarrolló en España y Argentina, fue en este último país donde encontró un desarrollo más acabado. Vale destacar entre los detalles de aparición del ultraísmo, que en Argentina estaba presente la influencia del modernismo esencialmente a través de Leopoldo Lugones y justamente contra ese movimiento se levanta el ultraísmo, cuyo teórico más importante fue el joven Jorge Luis Borges.

Juan Ramón Jiménez y algunos poetas menores intentan buscar nuevos caminos que fueran “más allá” (en latín “ultra”) del modernismo. Guillermo de la Torre defina así este movimiento: “El ultraísmo busca la reintegración de lo lírico y la rehabilitación de la poesía. Usa los elementos puros e imperecederos: La imagen y la metáfora, y rechaza todos los elementos extraños: acción, motivos narrativos y retórica”. .
Este movimiento nace en el 1919 y muere prácticamente ya cuatro años más tarde. Duró de 1919 a 1923 y no consiguió dejar nada decisivo, pero fue un revulsivo que hizo posible la poesía de los años siguientes.

En cuanto a las formas y el trabajo del lenguaje al que me refería anteriormente, la poesía ultraísta tiende a ser un poco hermética, críptica, que se aleja de la vida objetiva para refugiarse en la interioridad del poeta. Esta poesía quiere ser síntesis, emoción pura y descolocaba al lector tradicional sorprendiéndolo con sus imágenes tradicionales.

Las categorías filosóficas o ideológicas que sustentan esta poesía estriban en un nihilismo que los llevó a oponerse a los grupos literarios de izquierda. Cuando esta poesía dice que se aparta de las prédicas y de las ideologías se está refiriendo fundamentalmente a lo cristiano y marxista. Borges postula una poesía no comprometida socialmente: poesía comprometida exclusivamente con la angustia, la soledad y el pesimismo que caracterizaría toda la producción literaria del escritor, pesimismo, angustia y soledad que también podría llegar a sentir cualquier de nosotros.

El ultraísmo se expresó sobre todo a través de revistas, en las que publicaban poetas del círculo de Cansinos-Assens. Estuvieron ligados al ultraísmo Ramón Gómez de la Serna, cuyas greguerías estaban muy próximas al culto de la imagen sorprendente e ingeniosa; Guillermo de Torre, en quien abundan los neologismos, las imágenes cinemáticas, el abandono de los signos de puntuación, los juegos con la disposición tipográfica; y además Gerardo Diego, César Vallejo y Juan Larrea y a través de Borges, se difundió en Argentina. También en México hubo una versión peculiar del ultraísmo: el estridentismo de Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide y Salvador Gallardo, cuyo primer manifiesto incluía los nombres de Cansinos-Assens, Borges, Gómez de la Serna, Guillermo de Torre y otros. Ya el poeta mexicano Enrique González Martínez escribía en 1911 su soneto antimodernista “Tuércele el cuello al cisne”.

Ahora bien, como toda corriente de vanguardia, el ultraísmo presentó rasgos bastante notorios que vale la pena mencionar en este trabajo, tales como: Influencias del cubismo, del futurismo y del dadaísmo, eliminación de la rima, búsqueda de neologismos, tecnicismos y palabras esdrújulas llamativas, imágenes y metáforas ilógicas: destacan el mundo del cine, del deporte, del adelanto técnico, tendencia a establecer una fusión de la plástica y la poesía, todo esto como llamado al cambio que en el caso del mundo de la literatura (que no escapa de la realidad que nos rodea) se venía gestando.

Y es que ciertamente, hablamos de una poesía escéptica que no buscaba transmitir un mensaje ideológico positivo. También se opuso a las anécdotas, a las prédicas, a la poesía narrativa. Quiso dejar de lado lo sentimental y por oponerse a ser una poesía que reproducía anécdotas, además por estar hecha casi entera a base de metáforas, se convirtió en una poesía que rompía el discurso lógico. El pasado es tomado en cuenta como un antecedente, pero no como algo que tenga vigencia, la poesía está basada en la imagen, con carencia de retórica y sentimentalismo. Entre sus precursores encontramos al poeta chileno Vicente Huidobro en 1918, cuando este se va asume la jefatura, liderato y patrocinio del movimiento en España, además de Pedro Garfias quien empezó a diluir su ultraísmo en el haikú y el romancillo.

Es interesante en este punto de mi educación, conocer algo innovador con lo que puedo identificarme y sentirme motivada por ello, si bien respeto la obra realizada por las grandes figuras de la literatura, no quisiera (cuando voy a escribir) que me embargue la fea sensación de que no estoy creando conceptos nuevos, de que hablo de una época que no pertenece o que escribo sobre paradigmas mentales que realmente no son propios del contexto donde me desenvuelvo, cosas como cantarle a afrodita, escribir en rima. La vanguardia, sin importar el movimiento que sea, nos expone el anhelo de rebasar la meta alcanzada por otras épocas literarias y proclaman la necesidad de evolución y el ultraísmo, en este caso, no se trata de viejos conceptos, ya no está la métrica regañándonos, hablamos de una libertad más real y de una consciencia más desarrollada y plena al momento de escribir (al menos, desde mi enfoque personal) la poesía.

Nuestra literatura debe renovarse, simplemente porque la sociedad en la que vivimos y la vida misma, no son hechos estáticos e inmutables. Me parece que lo mejor es deshacerse de los miedos al cambio y comenzar (al menos por ahora) a leer algo que presente una propuesta diferente, quién sabe con qué nos podamos encontrar y es que eso es justamente la vida: una incertidumbre y cambio constante.

NEUMOTORAX 

El nitrógeno entró
El manómetro marcó
positivo
Ella tumbada con el costado
perforado por la aguja.
Las gafas brillaban viviendo
Su vida de sabio aburrido
Una tos anestesiaba el aire
Cloroformo - Aceite gomenolado
C'est ça!
Pas bien du sommet gauche
La pantalla lo dijo
Ella tosía y tosían todos
C'est ça!
Dentro de aquel otro pecho
se oía y golpeaba las manos
la pectoriloquia áfona
trente deux, trente trois…
tras de mi foneudoscopio
había un soplo que me decía
que me callara
la aguja se hundió en otra pleura.

Rogelio Buendía

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